" Por la tarde cambió el viento. El aire se llenó de grandes copos de nieve. Tras la nieve golpeó el granizo. Cuando empezó a anochecer, la tierra estaba blanca. Durante toda la noche, los relámpagos incendiaron la capa de nieve. Azul y brillante era aquel terrible fuego. Y por la mañana la nieve continuaba acumulándose sin cesar. Lo que la tormenta no pudo redondear lo redondeó la nieve. Toda la tierra se había ido sometiendo en silencio y cambiando de aspecto. Nada resistió a las fuerzas hostiles. Un nuevo poder descendió sobre la tierra.
Bajo la pálida luz, toda la caravana abatida cayó de rodillas sobre la nieve y rezó al Salvador. Perdidos en el páramo blanco, cubiertos por jirones de nubes grises arrastradas por el viento, quizá se fue vislumbrando en algunos corazones una imagen efímera de Jerusalén "
Amos Oz.
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