sexta-feira, 19 de fevereiro de 2016

" Se te iba haciendo el cuello de sal y la sonrisa
       de piedra, y eran páramos los campos
       y la ciudad azufre, y habías vuelto el rostro
       fuera del orden propio natural ( o invitada
       por este mismo orden ) , olvidando la antigua
       dulzura consabida, y supiste de pronto
       que era aquel gesto tuyo quien prendía las llamas "

                  María Victoria Atencia.

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